Es una pasta fresca que, si por esas cosas estamos un poco apurados..., podemos reemplazarla por una seca-buena de similares características; el resultado segurirá siendo plausible.
La mezcla de quesos combina sabores y texturas contrastadas: el suave gouda con cáscara amarilla, el blando y fresco mascarpone, el queso azul picante y cremoso y el intenso parmesano de cáscara negra. (Si no tenemos estos quesos, podemos intentar con algunos otros, algunos blandos otros duros, algunos suaves otros fuertes, hay un sinnumero de excelentes combinaciones)
MASA (para dos personas)
- 250 g de harina
- 2 huevos grandes
- 1 cuchara colmada de extracto de tomate
- aceite de oliva, si hiciera falta- sal y pimienta blanca
SALSA DE QUESO (cantidades aprox)
- 50 g mascarpone
- 30 g roquefort desgranado
- 50 g parmesano rallado
- 75 g gouda rallado
- 100 g leche (o crema)
- 1 cucharada de manteca
- 50 g vino blanco
- ciboulette picada
- sal y pimientea negra
Preparamos la masa del modo habitual, diluyendo el extracto de tomate en los huevos antes de volcarlos en la harina. Amasamos, dejamos descansar y estiramos hasta el penúltimo punto de la máquina. Hacemos rectángulos de aprox 2 x 3 cms, los enrollamos alrededor de un palo cilíndrico o el mismo dedo y presionamos para sellar (no hace falta mojar). Dejamos secar sobre superficie enharinada.
Ponemos abundante agua a hervir y en una sartén grande diluimos la manteca, agregamos la leche y los quesos revolviendo permanentemente; dejamos fundir a fuego muy suave e incorporamos el vino blanco. Probamos y salpimentamos.
Retiramos la pasta bien al dente, la escurrimos y echamos en la sartén, agregamos la ciboulette, mezclamos y servimos de inmediato.
Es un plato fácil de hacer, muy apropiado para estos días invernales y con el que siempre vamos a quedar bien: es muuuuy rico!