“Sábalo frito con mote y mandioca”, este es el típico plato de pescado que comí en un restaurant popular de la Selva Boliviana, contigua a la salteña y más exhuberante
(“selva húmeda de montaña", así se denomina técnicamente a estas áreas).
Un plato muy abundante que indefectiblemente se come con las manos, cubiertos no hay por ningún lado... En esta zona no se emplean los cubiertos salvo la cuchara para la sopa, todo se come con las manos. Incluso en la ciudad de Tarija, bastante más al norte y donde me alojé luego por unos días, me comentaron que ellos habitualmente tampoco emplean cubiertos para comer, costumbres...
El restaurant era un modesto galpón con techo de paja, muy apreciado entre la gente de la zona y no frecuentado por turistas; los pescados los traen de un río muy próximo, son muy frescos.
En cuanto al plato en sí mismo, me pareció exquisito, a prueba de paladares muy exigentes. La preparación es simple según me comentaba la chef-dueña del lugar-camarera: salan los pescados, los rocían con limón y sumergen en aceite muy caliente; lo acompañan con mote (granos de maíz “gigantes”) y mandioca, lo cual creo que conformaba un plato bastante completo desde el punto de vista nutricional, además de deliciosa.
Y al igual que las empanadas jujeñas la acompañaban con yajua, la salsa picante del norte oeste argentino y Bolivia, que parece acompaña a casi todos los platos.
Un plato muy abundante que indefectiblemente se come con las manos, cubiertos no hay por ningún lado... En esta zona no se emplean los cubiertos salvo la cuchara para la sopa, todo se come con las manos. Incluso en la ciudad de Tarija, bastante más al norte y donde me alojé luego por unos días, me comentaron que ellos habitualmente tampoco emplean cubiertos para comer, costumbres...
El restaurant era un modesto galpón con techo de paja, muy apreciado entre la gente de la zona y no frecuentado por turistas; los pescados los traen de un río muy próximo, son muy frescos.
En cuanto al plato en sí mismo, me pareció exquisito, a prueba de paladares muy exigentes. La preparación es simple según me comentaba la chef-dueña del lugar-camarera: salan los pescados, los rocían con limón y sumergen en aceite muy caliente; lo acompañan con mote (granos de maíz “gigantes”) y mandioca, lo cual creo que conformaba un plato bastante completo desde el punto de vista nutricional, además de deliciosa.
Y al igual que las empanadas jujeñas la acompañaban con yajua, la salsa picante del norte oeste argentino y Bolivia, que parece acompaña a casi todos los platos.
Así que si por esas cosas, por casualidad, andan por la
selva boliviana, no dejen de pedir este riquísimo plato de pescado.