Al fin estamos completamente satisfechos con nuestros knishes y por fin los ponemos a la venta!
Motivo de muchísima alegría personal. Porque son parte de mi historia, de la historia culinaria de mi familia. Porque cumple un pequeño sueño de purrete y es que esta tradición perdure; será por eso seguramente que mientras esto escribo no puedo dejar de sonreir...:
Desde chiquito uno de mis platos preferidos eran los knishes de papa, recuerdo que miraba siempre sorprendido y con mis ojos grandotes como mamá Golde hacía la masa tan pero tan delgada "tal que a través de ella pueda leerse una antigua carta de amor", como decía su madre que le había contado su madre...; el corte certero que le daba al medio de la masa para completar el enrollado; cómo cortaba cada uno con el canto de su mano y luego salían todos iguales, parejitos, doraditos...
Y a riesgo de quemarme la lengua una y otra vez no esperaba más que salieran del horno para abalanzarme sobre ellos. Así durante muchos años, je je...
Seguramente a muchos hijos y nietos de familias judías centroeuropeas esta descripción les trae algún recuerdo similar; los sabores y aromas de la infancia, de cocina sencilla, con productos nobles y un montón de amor son en mi experiencia incomparables.
El hecho es con los años me daba cierto desasosiego, pena, que esta tradición tan bella se fuera con la mami. Y nadie en la familia agarraba la posta...
Así es que luego de pocos meses de haber comenzado con "El Arte de Amasar" decidí hacerle "una entrevista" a mamá Golde y dejar constancia de su técnica, de su arte, de modo que alguien en el mundo tome la posta, que perdure: "Los Knishes Super Premium de Mamá Golde, un Testimonio". Resultó ser una de las recetas más consultadas del sitio, más de 6.000 entradas a la fecha. Y una misión cumplida!
Cumplida? Si, los knishes de mamá Golde perdurarán, seguirán vigentes en tanto alguien decida tomar la receta y practicar lo suficiente para reproducirlos. Es una receta simple pero no fácil, requiere de mucha paciencia y humildad...
Cumplida? No tanto. Parece que "estaba escrito" que debía ser yo quien continuara esta hermosa tradición. Y el mensaje me resultó claro cuando Claudia, una estimadísima colaboradora en El Arte de Amasar me sugirió que el enseñara a hacer knishes, que ella quería aprender...
Y aquí comenzó otra historia: para enseñarle debía ser yo quien tenía que Aprender primero. Tenía la música, tenía la letra pero todavía no la capacidad de ejecutarla con la precisión y armonía que requiere esta bellísima partitura.
Era cuestión de practicar y practicar, "entendiendo" cada vez más lo que quería decir exactamente cada cosa que decía la receta..."Hay que saber leer las recetas" como me dijo alguna vez un Maestro Cocinero; tal cual.
El 07 de marzo pasado, y luego de muchos cientos de knishes, logramos finalmente con Claudia una masa que me satisfizo: "tan transparente como para leer a través de ella una antigua carta de amor...", un relleno suave y delicado que hacía sonreir a mi paladar tal como ahora estoy sonriendo mientras lo recuerdo.
Lo había logrado, la masa, el relleno, el sabor, la forma, la textura! Y este logro confieso me dio muchísima alegría, tanto como no recuerdo con otros logros profesionales mucho más "importantes" que he tenido por ejemplo como Economista...
Había logrado algo que amaba hacer y sentía valía la pena ser compartido.
Algo que me da gusto ofrecer para el regocijo del paladar propio y de queridos; un producto noble, sencillo, delicioso y preparado con mucho amor y respeto por una tradición.
Queridos amigos lectores, cada plato que preparamos en el Arte de Amasar lo hacemos con el mejor de nuestros arte y todo nuestro amor.
Y si es con alguno con el que queremos destacarnos es con estos knishes, por puro gusto. Las razones, las explicaciones, no tienen tanta importancia...
Motivo de muchísima alegría personal. Porque son parte de mi historia, de la historia culinaria de mi familia. Porque cumple un pequeño sueño de purrete y es que esta tradición perdure; será por eso seguramente que mientras esto escribo no puedo dejar de sonreir...:
Desde chiquito uno de mis platos preferidos eran los knishes de papa, recuerdo que miraba siempre sorprendido y con mis ojos grandotes como mamá Golde hacía la masa tan pero tan delgada "tal que a través de ella pueda leerse una antigua carta de amor", como decía su madre que le había contado su madre...; el corte certero que le daba al medio de la masa para completar el enrollado; cómo cortaba cada uno con el canto de su mano y luego salían todos iguales, parejitos, doraditos...
Y a riesgo de quemarme la lengua una y otra vez no esperaba más que salieran del horno para abalanzarme sobre ellos. Así durante muchos años, je je...
Seguramente a muchos hijos y nietos de familias judías centroeuropeas esta descripción les trae algún recuerdo similar; los sabores y aromas de la infancia, de cocina sencilla, con productos nobles y un montón de amor son en mi experiencia incomparables.
El hecho es con los años me daba cierto desasosiego, pena, que esta tradición tan bella se fuera con la mami. Y nadie en la familia agarraba la posta...
Así es que luego de pocos meses de haber comenzado con "El Arte de Amasar" decidí hacerle "una entrevista" a mamá Golde y dejar constancia de su técnica, de su arte, de modo que alguien en el mundo tome la posta, que perdure: "Los Knishes Super Premium de Mamá Golde, un Testimonio". Resultó ser una de las recetas más consultadas del sitio, más de 6.000 entradas a la fecha. Y una misión cumplida!
Cumplida? Si, los knishes de mamá Golde perdurarán, seguirán vigentes en tanto alguien decida tomar la receta y practicar lo suficiente para reproducirlos. Es una receta simple pero no fácil, requiere de mucha paciencia y humildad...
Cumplida? No tanto. Parece que "estaba escrito" que debía ser yo quien continuara esta hermosa tradición. Y el mensaje me resultó claro cuando Claudia, una estimadísima colaboradora en El Arte de Amasar me sugirió que el enseñara a hacer knishes, que ella quería aprender...
Y aquí comenzó otra historia: para enseñarle debía ser yo quien tenía que Aprender primero. Tenía la música, tenía la letra pero todavía no la capacidad de ejecutarla con la precisión y armonía que requiere esta bellísima partitura.
Era cuestión de practicar y practicar, "entendiendo" cada vez más lo que quería decir exactamente cada cosa que decía la receta..."Hay que saber leer las recetas" como me dijo alguna vez un Maestro Cocinero; tal cual.
El 07 de marzo pasado, y luego de muchos cientos de knishes, logramos finalmente con Claudia una masa que me satisfizo: "tan transparente como para leer a través de ella una antigua carta de amor...", un relleno suave y delicado que hacía sonreir a mi paladar tal como ahora estoy sonriendo mientras lo recuerdo.
Lo había logrado, la masa, el relleno, el sabor, la forma, la textura! Y este logro confieso me dio muchísima alegría, tanto como no recuerdo con otros logros profesionales mucho más "importantes" que he tenido por ejemplo como Economista...
Había logrado algo que amaba hacer y sentía valía la pena ser compartido.
Algo que me da gusto ofrecer para el regocijo del paladar propio y de queridos; un producto noble, sencillo, delicioso y preparado con mucho amor y respeto por una tradición.
Queridos amigos lectores, cada plato que preparamos en el Arte de Amasar lo hacemos con el mejor de nuestros arte y todo nuestro amor.
Y si es con alguno con el que queremos destacarnos es con estos knishes, por puro gusto. Las razones, las explicaciones, no tienen tanta importancia...