Alguien que quiero mucho no sólo me comentó que le encantaba el paté de hígado tal como lo comía en su infancia sino que me trajo de regalo medio kilo de higaditos de pollo!!! Así es que no tuve otra alternativa que investigar un poco y recordar asimismo el sabor de los higaditos picados de mi propia infancia, no lo llamábamos paté... La receta que propongo es personal, sencilla y a la vez muy gustosa; seguramente algunos lectores de la cole la encontrarán similar a la que preparaban sus propias mamás o bobes y algunos otros la considerarán una herejía, así sucede habitualmente con los platos tradicionales de cualquier tradición...Y digo versión personal porque no se parece siquiera tanto a la de mi propia infancia, de hecho no había procesadorosas y se picaban los ingredientes tacatacatacatacata con un cuchillo -aún me resuena el ruido, aún me veo de niño impresionado con la velocidad y "belleza" con que mamá Golde hacía esta tarea-. He aquí mi versión entonces de esta receta tan popular dentro de la cultura gastronómica judía centroeuropea:
- 1 cebolla picada
- 3 huevos duros
- 2 cucharadas de aceite de girasol
- 1 cucharadita de paprika
- sal y pimienta
En una sartén mediana salteamos la cebolla con el aceite y una pizca de sal; cuando comienza a tomar color incorporamos los higaditos y cocinamos por 5´ a fuego fuerte y mezclando.
Retiramos del fuego, añadimos los huevos, condimentamos, procesamos, rectificamos sabor y cuando entibió llevamos a heladera un par de horas antes de servir.
Comido sólo, sobre un pan blanco, sobre un pan negro, con tomate, con pepinillos, de muchísimas maneras es riquísimo este popularísimo plato de la cocina tradicional judía centroeuropea.
- 1 cebolla picada
- 3 huevos duros
- 2 cucharadas de aceite de girasol
- 1 cucharadita de paprika
- sal y pimienta
En una sartén mediana salteamos la cebolla con el aceite y una pizca de sal; cuando comienza a tomar color incorporamos los higaditos y cocinamos por 5´ a fuego fuerte y mezclando.
Retiramos del fuego, añadimos los huevos, condimentamos, procesamos, rectificamos sabor y cuando entibió llevamos a heladera un par de horas antes de servir.
Comido sólo, sobre un pan blanco, sobre un pan negro, con tomate, con pepinillos, de muchísimas maneras es riquísimo este popularísimo plato de la cocina tradicional judía centroeuropea.