Durante mi infancia, cuando Mamá Golde hacía latkes, yo indefectiblemente me paraba su lado. Y apenas salían de la sartén los iba haciendo desaparecer. Indefectiblemente (por lo menos la primera docena...). Era uno de mis platos favoritos, bien crocantes por fuera y tiernos por dentro. Hace tiempo tenía ganas de volver a prepararlos, con una modesta idea "innovadora" que se me había ocurrido y puse en práctica ayer por la noche para la cena. Salieron riquísimos, dentro de su extrema simpleza. La receta, para 2 comensales:
- 1 cebolla mediana-chica
- 1 huevo
- sal y pimienta.
- aceite, cantidad necesaria.
Rallamos la cebolla y las papas y a los efectos de quitarles rápidamente el líquido las pasamos por el escurridor de verduras (esta es la "innovación"); esto nos evitará adicionar harina. Mezclamos con el huevo y salpimentamos.
En una sartén mediana calentamos abundante aceite y una vez bien caliente tomamos una cucharada de la mezcla, presionamos un poco y colocamos en la sartén. Repetimos, cuidando guardar buen espacio entre cada uno.
Cuando los vemos crocantes de un lado, los damos vuelta y una vez listos los colocamos sobre papel absorbente.
Así de simples, así de ricos.
Cuando los vemos crocantes de un lado, los damos vuelta y una vez listos los colocamos sobre papel absorbente.
Así de simples, así de ricos.